Eros y Tanatos
No me gustan los funerales, si, vale, ya se que eso es algo que no suele gustarle a la gente. Pero yo me refiero al acto social en si, a todas esas reglas y convenciones no escritas (O si, pero yo no me leí el libro) que la gente repite como una coreografía perfectamente aprendida, excepto por mi, para variar.
Supongo que será debido a mi naturaleza antisocial, pero ver a tanta gente repitiendo las mismas palabras de consuelo totalmente huecas me satura. Como no tienes bastante con que se te haya muerto un ser querido, durante los dos siguientes días tendrás que ejercer de anfitrión doliente, cuando probablemente un tanatorio lleno de gente sea el último lugar en el que querrías estar.
Estos días estuve en uno para acompañar a un amigo, un sitio tan aséptico y silencioso que da mal rollo-Es un tanatorio,¿Qué te esperabas?- Me direis. Cierto, pero hay un detalle que me llamó la atención. En la entrada tiene colocadas unas pantallas similares a las de los aeropuertos, con los nombres de los fallecidos y la sala. Dan ganas de preguntar si alguno sale con retraso por la niebla.
Comentaba un amigo (Después de varias horas sentados las conversaciones degeneran) que había conocido a un chaval que le dijo a la novia que conocía un sitio donde ponían unos pinchos estupendos y se plantó en la cafetería del tanatorio con ella, la cual le dejó, supongo que no sin antes llamarle enfermo. Tengo que reconocer que si no sabes como cortar con alguien, esa es una manera de lo más efectiva y te ahorras dar largas explicaciones junto a una taza de café.
Además, el tanatorio se encuentra a las afueras de la ciudad, al lado del cementerio, con una explanada en frente que por las noches suele convertirse en un picadero improvisado, lo cual, supongo que contribuye de una manera casi kármica a que la naturaleza siga su curso y se perpetuen los grandes ciclos, Eros y Tanatos.
3 comentarios:
No me hables de funerales, que a una amiga muy cercana le tocaron el cinco y el complementario de los funerales este verano, así que tuve dos seguiditos.
La novia de tu amigo es gilipollas. Si tu novio te hace algo así, una de dos, o te partes el culo o le dices tú estás mal de la cabeza mientras, como quien no quiere la cosa, atacas a un pincho de tortilla (ya que has hecho el viaje hasta allí, por lo menos ver si los pinchos son buenos), que sería lo que haría yo.
Por cierto, tengo una amiga a la que un noviete (funerario de profesión, por supuesto -aunque bien pudiera haber sido sicario o narco) le dijo si le acompañaba a llevar un cadáver a la capital de provincia de al lado. Ella declinó amablemente la invitación (¡¡y no le dejó, ni mucho menos!!), pero gracias a eso tiene una anécdota estupenda que contar cada vez que alguien comenta cosas raras que le han pasado con sus antiguos novios.
¿Y no está en la guía del ocio?
Perdón por el comentario a deshoras, no pude evitarlo.
Publicar un comentario