Si no lo digo reviento, me jode enormemente que tenga que ser precisamente Friker Jimenez quien saque por la televisión un asunto como el genocidio en el Congo a costa del tráfico de tantalio.


Es sorprendente el silencio de los medios de comunicación frente a las causas reales de las limpiezas étnicas que llevan asolando "curiosamente" la zona que posee las mayores reservas del mineral que más se cotiza últimamente y del que a lo tonto nos hemos hecho totalmente dependientes en los últimos tiempos.


Por si alguien no lo sabe todavía, todos los artilugios de tecnología punta que usamos hoy en día, desde teléfonos móviles a ordenadores, sistemas de navegación o satélites espaciales, todos ellos llevan un componente imprescindible, que es el tantalio, un metal escaso cuyos principales yacimientos se encuentran en el centro de Africa.


Lo cierto es que la depredación de la sociedad occidental no es nada nuevo, normalmente le hechamos la culpa a las grandes multinacionales de saquear los paises del tercer mundo. Ellos son los que esclavizan niños en sus factorías o minas, son ellos quienes no reconocen derechos laborales a sus trabajadores, son ellos quienes instigan revueltas y golpes de estado, arman a las facciones enfrentadas y controlan a los déspotas que dirigen los paises de los que extraen las riquezas.


Y es cierto, pero solo en parte. Ellos son los que lo hacen, pero los ciudadanos occidentales somos realmente los responsables de que eso ocurra puesto que las multinacionales lo hacen exclusivamente por dinero, dinero que nosotros les damos para que realicen el trabajo sucio. Me resultan irónicas las discusiones que tengo con los amigos "progres" que se pasan el día despotricando contra ese abuso de las multinacionales y que sin embargo llevan un teléfono móvil en el bolsillo y tienen en casa el ordenador descargando alguna película. Porque la realidad es que los occidentales vivimos como vivimos exclusivamente porque estamos esclavizando a la mayor parte de la población mundial. No puedo evitar que me resulte hipócrita quien critica la explotación y lleva en su bolsillo un telefono manchado con la sangre de los explotados.