Ya empieza, como todos los años, el ritual de la lotería de navidad, fechas de nacimiento, presentimientos, patas de conejo (me pregunto qué les habrán hecho los conejos para merecer ser mutilados, porque está claro que la suerte a ellos no les acompaña). Es increíble que una sociedad que se deja el dinero en Iphones y descargarse porno de internet siga teniendo mayoritariamente el mismo pensamiento mágico que tenían no ya los hombres del medievo que quemaban brujas, sino los que se arrastraban por las cavernas.

Da lo mismo que intentes razonar con ellos, todos tienen un presentimiento, así que lógicamente, cuando salen por la tele los ganadores, todos ellos habían tenido un presentimiento. Pero si tratas de explicarle a alguien cuáles son sus posibilidades reales de ganar la lotería siempre te responderá que si no juegas nunca tendrás opción de ganar. Les da igual que su probabilidad de ganar sea ridícula porque ni se paran a pensar en ella para no perder la ilusión. Y obviamente ya se encargarán los medios de reforzar la ilusión con gente bañada en champán.

Claro que existe un sutil diferencia entre el pensamiento mágico encarnado en los presentimientos, pálpitos y presagios y el método científico. Por ejemplo, no está de más recordar que los casinos prohíben la entrada a quienes se sirven del método científico para saquearles, ahí tenemos a los contadores de cartas o a quienes mediante análisis estadísticos consiguen ganar a la ruleta (Aprovechando imperfecciones de fabricación que hacen que unos números salgan con mayor probabilidad que otros). El caso es que todos estos no tienen pálpitos, tienen conocimiento y ganan. Sin embargo, todos los que juegan a la lotería suelen tener en mayor o menor medida pálpitos y sin embargo, todos menos uno (en proporción a los que juegan), pierden. Así que recordadlo, la próxima que apostéis, hacedlo por las matemáticas, los pálpitos tienen las de perder.