El oficio más antiguo del mundo

Hoy toca hablar de un tema que siempre genera buen rollo allá donde se lo menciona, la prostitución. Tenía pensado titular la entrada como "Las Lumis al sol", pero dudo que a Fernando León de Aranoa le gustase el homenaje.

El otro día vi por la televisión noticias sobre la campaña contra la prositución que está llevando a cabo el ayuntamiento de Sevilla. El caso es que cada día me resulta más gracioso comprobar como la hipocresía de la sociedad no parece conocer límites. Los políticos dan vueltas y vueltas sin atreverse a encarar el problema, con campañas tan ridículas como la de Sevilla. Otras veces, las campañas son más agresivas (Normalmente suelen coincidir con épocas electorales) y consisten básicamente en trasladar el problema de un lugar a otro para mejorar la imagen de una zona o contentar a grupos de presión.

De entrada, habría que asumir que la prostitución no desaparecerá jamás (Es el oficio más antiguo del mundo por algo). Por mucho que todas esas que se autoproclaman feministas y que sin embargo se oponen a la legalización (Y por lo tanto a reconocerle derechos a las prostitutas) lo pretendan, amparándose en argumentos como la degradación de la mujer (que no seré yo quien lo niegue). Muchas veces se parecen a un lobby de amas de casa que luchan por no perder sus privilegios frente a la oferta de un mercado competitivo. La realidad es que mientras exista el ser humano, existirá esa demanda, negarlo es de ilusos o de hipócritas, no hay más que ver las estadísticas.

Me parece que el principal problema es la visión moralista con la que se enfoca el asunto, una visión cargada de prejuicios e inculcada a sangre y fuego por la religión (Todos esos moralistas y fanáticos religiosos cargados de represiones). Analizando objetivamente el asunto, se trataría de un intercambio comercial entre dos personas adultas que prestan voluntariamente su consentimiento. No existiría demasiada diferencia con un masaje. Y desde luego, en mi opinión, al tratarse de un asunto privado entre dos personas (O más, supongo que eso irá en gustos) sería algo menos degradante que cualquier concurso de misses que se celebre por ahí, o cualquier desfile de modelos, o mismamente, las chicas que sujetan los paraguas junto a los coches de los pilotos en la fórmula uno, supongo que todos podeis imaginar más ejemplos del mismo estilo. En todos ellos, la mujer desaparece como persona para ser tratada nada más que como un pedazo de carne. Y sin embargo nadie ha puesto el más mínimo reparo en darle cobertura legal.

La legalización de la prostitución es el único camino para intentar acabar con todas esas mafias de tratantes de blancas que ganan dinero a costa del vacío legal en el que se mueven. Y desde luego, en el plano económico, es la única manera de sacar a flote a toda una economía sumergida que mueve miles de millones al año. Pero la razón fundamental para la legalización debe ser el reconocimiento de los derechos de unas personas que son trabajadoras y que por lo tanto deben tener acceso a los mismos servicios que el resto. Solo legislando y regulando la actividad se podrá acabar con la explotación por parte de proxenetas. Y solo legalizándola, regulándola y sometiéndola a control como al resto de las actividades profesionales, se podrá conseguir que quien ejerza la prostitución lo haga de manera libre y voluntaria (bueno, todo lo libre y voluntaria que se puede, porque seamos serios, poca es la gente que trabaja en aquello que realmente quiere).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Las únicas putas que prostituyen por que les da la gana son las de lujo.

Y de la prostitución, como de muchas otras cosas, gran parte de la culpa es de la Iglesia católica y de la forma en que ha educado a hombres y mujeres durante cientos de años.

Agh, no hables de este tema, que me pone de mala hostia y no me salen los chistes. Y si no puedo sacar un poco de sarcasmo, ¿qué me queda? ¿Eh? ¿EH? ¿EH?

Paria dijo...

Siempre te quedará París...Ah, no que se me olvidaba, nada de chistes con el francés...