La dictadura de lo políticamente correcto

Después de leer la noticia de que en Estados Unidos acaban de poner la etiqueta de no apto para menores a la primera temporada de Barrio Sésamo no puedo dejar de preguntarme en que momento caímos en las garras de los palurdos supuestamente bienpensantes(hay que ser un enfermo muy retorcido para ver incitaciones a la pederastia como han argumentado), por no mencionar la paranoia homofóbica que demuestran cuando creen ver alusiones homosexuales en Epi y Blas, no estaría de más que alguien les recordara que son muñecos de trapo y que por lo tanto son asexuados, como Carmen de Mairena o Jiménez Losantos.

En cualquier caso no es algo que afecte en exclusiva a los descendientes de los puritanos del nuevo mundo, es una tendencia que se ha extendido en los últimos años por todas partes, la sociedad es cada vez más conservadora, quedan lejos ya los días dorados de los años sesenta; (Resulta curioso sentir nostalgia de una época que no se ha vivido, aunque espero no llegar a extremos como el de Ismael Serrano y sentir nostalgia de correr delante de los grises sin haberlos conocido siquiera).

Hoy en día el “pensamiento” políticamente correcto ha alcanzado niveles de auténtico surrealismo, me vienen a la cabeza ahora mismo algunos ejemplos como canciones, ahí tenemos “la mataré” de Loquillo, una canción que hoy en día ya ni canta por las críticas de las asociaciones de mujeres, lo que me lleva a preguntarme siguiendo esa lógica, ¿Habría que quemar las grandes tragedias Griegas, cuantas obras maestras de la literatura habría que destruir por no adaptarse a los cánones del nuevo pensamiento políticamente correcto?, es preocupante esa incapacidad que parecen presentar algunas personas para discernir entre la realidad y la ficción, viven en un mundo paranoico en el que todo puede acabar interpretándose como una apología, en el caso de “la mataré” de la violencia de género. Llegará un momento en el que les veremos porfiar contra “Romeo y Julieta” por su clara incitación al suicidio.

Un último ejemplo del que me acabo de acordar para cerrar esta entrada, hace poco volví a a ver un gag de martes y trece,(Que duro es a veces volver a ver después de los años cosas que te gustaron porque se te pueden caer los mitos), no voy a ponerme a describir el gag porque se haría muy largo, simplemente diré que el sckech consistía en una llamada de una mujer maltratada al programa de sexo que por aquel entonces tenía la doctora Ochoa, después de verlo me quedé pensando en cuantas querellas acumularían martes y trece si el gag se hubiera emitido hoy en día.

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